29 agosto 2006

Desayuno en Plutón

Abrieron las puertas de la sala y entré. La sesión anterior no había terminado, estaban los créditos. Gracias a este error de la gente del cine pude sobrellevar el visionado del último trabajo de Neil Jordan. Sabía que tarde o temprano acabaría, aunque hubo momentos en que pensé que esa tortura duraría siempre.


La película está escrita por el propio director y el escritor de la novela en que se basa. Supongo que de ella mantienen una narración dividida en capítulos que hacen que los 135 minutos se hagan todavía más largos. La historia narra la vida de Patrick Braden, un niño que fue abandonado al nacer, que le gusta vestirse de mujer y que le llamen Gatita (Kitten).

Desde un principio es totalmente misterioso saber que se está contando. No sabemos que pretende Gatita y los capítulos se suceden ante el pasmo del respetable. Lo peor de todo es que uno intuye que gran parte de lo que se nos cuenta quiere ser comedia, pero lo único que se consigue es dejar patente lo diferente que es el sentido del humor de Jordan y el del resto del sistema solar.

Si la historia es errática de por sí, no ayuda el que los guionistas pretendan tocar todos los palos. Tenemos homosexualidad, travestismo, síndrome de down, IRA, brutalidad policial, prostitución, grupos musicales de gira, magos... Diga algo al azar y seguro que acierta.

Durante el interminable periplo del protagonista, desde Irlanda a Londres y vuelta a empezar, se van sucediendo encuentros con todos los actores irlandeses de la galaxia, creo que solo falta Gabriel Byrne. Todo el mundo ayuda al protagonista no se sabe muy bien por qué y pasamos a la siguiente casilla del juego de la oca. La película tiene un par de errores de bulto en la narración pero no merece la pena hacer más sangre de este batiburrillo de imágenes.


Lo único reseñable de semejante despropósito es la gran actuación del extraño Cillian Murphy que travestido tiene un inquietante parecido con Yola Berrocal, aunque con bastante menos pecho. Al final su esfuerzo es recompensado haciendo que el público se llegue a encariñar con su personaje, pero no tengo claro si es por él o es simplemente un caso de Síndrome de Estocolmo. Recomendada para planetas venidos a menos.

4 comentarios:

SisterBoy dijo...

Quizas si se hubiera aligerado un poco el metraje y se hubieran dedicado a lo veraderamente importante (¿donde estas Mamá?) la cosa hubiera sido más digerible, para empezar habría que eliminar todo ese jodido rollo del IRA

Adán dijo...

Y las espantosas correrías de su amigo que se carga el supuesto tono de diario. ¿No se dió nadie cuenta?

Toda la parte de la infancia es totalmente prescindible, los pájaros son prescindibles, Stephen Rea es prescindible (como siempre). ¿Y lo de Brendan Glesson de peluche?

Voy a parar que me enciendo.

Queer Enquirer dijo...

¿Cómo pueden ser prescindibles unos pájaros a lo Mary Poppins? Si daban ganas de cantar aquello de "a spoonful of sugar"...

Adán dijo...

Pues que quieres que te diga queer, a mi me entraban ganas de coger una escopeta de perdigones.

Pero parece claro que si te va el humor de Jordan te parecerá todo bien. Revisando las películas suyas que he visto me he dado cuenta que solo me ha gustado En compañía de lobos, Entrevista y El juego de lágrimas siempre me han parecido dos truños importantes.