25 enero 2008

Los crímenes de Oxford

Alex de la Iglesia abandona el esperpento que le caracteriza y se embarca en una adaptación literaria que sólo sirve para demostrar que hacer un thriller del montón no es tan fácil como parece. Siguiendo la línea marcada por 800 balas y Crimen ferpecto, la película tiene algún destello aquí y allá que no logra ocultar un guión flojísimo.


Un estudiante americano llega a Oxford para que un célebre profesor sea el tutor de su tesis. Juntos tendrán que investigar unos misteriosos crímenes en serie. Los problemas de la película llegan desde el inicio, todo el mundo que se cruza con Martin, Elijah Wood, le dice que no logrará que Seldom, John Hurt, sea su tutor. Así que después de cruzar medio mundo y pasar más de media hora de película, decide coger los bártulos y volver a casa sin ni siquiera hablar con Seldom (¿?). En ese momento se produce el primer asesinato y los dos protagonistas coinciden en la escena del crimen.


A partir de ahí los dos juntos se dedican a investigar ese asesinato sin que sepamos en ningún momento qué se les ha perdido a ellos allí. Ni son sospechosos, ni están amenazados por el criminal, ni nada de nada. Simplemente se dedican a investigar como podrían irse de camping o a un partido de la Premier League.

Luego empiezan a aparecer algunos sospechosos que se caracterizan por poner miradas aviesas y tener cara de locos. Y así se van sucediendo las escenas con un ritmo cada vez más cansino, muchas de ellas con escaso sentido de la continuidad. Porque la realidad es que todos estos personajes son pura paja, al igual que el de Lorna, Leonor Watling. Ella se enamora de Martin porque lo pone el guión y está allí para enseñar cacho, porque su personaje no aporta absolutamente nada a la trama.


Y así entre pitos y flautas llegamos a un desenlace que deja algunos apuntes filosóficos interesantes, pero que es totalmente insuficiente, no ya para provocar siquiera la idea de volver a ver la película alguna otra vez, si no para recordarla más allá de la semana que viene. Recomendada para los que miran las soluciones de los crucigramas.

24 enero 2008

Greatest Hits

Aunque llega un poco tarde haré mi resumen del 2007. ¿Hay alguien que no le encante hacer listas?

Las mejores:
Cartas desde Iwo Jima
El ultimátum de Bourne
Grindhouse: Death Proof
Ratatouille
Zodiac

Las malas:
La ciencia del sueño
La habitación de Fermat
La vida de los otros
Sunshine
The Host

El horror:
Moscow Zero

Sorpresas:
Apocalypto
REC
Stardust
Supersalidos

Aún por estrenar está The fall, ganadora en Sitges, y que creará polémica por su esteticismo. Yo soy de sus defensores y está entre lo mejor que vi el año pasado.

18 enero 2008

Supersalidos

Supersalidos se inscribe en género teen, subsección Última fiesta del instituto. Evan y Seth, marginados en toda regla, son invitados a la madre de todas las fiestas y se ofrecen a llevar bebida. Pero para conseguir el alcohol necesitan cargar con Fogell, que está un peldaño por debajo de ellos en la escala social del instituto.


Toda la primera parte de la película se dedica a relatar las peripecias de los tres héroes para lograr llegar a la fiesta sanos y salvos con la mercancía. Aquí emerge MacLovin (Fogell) como un personaje para la historia. En la segunda parte y tras un pequeño bajón de ritmo asistimos a la fiesta. En ella los protagonistas tratan de acabar encamados con las chicas que les gustan.


Al igual que las otras películas de la misma pandilla, Virgen a los 40 o Lío embarazoso, la película va perdiendo fuelle según se acerca el final. Aunque Lío embarazo más bien tiene poco fuelle de principio a fin. Gracias a dios en este caso la película se guarda un as en la manga.


Antes de llegar al desenlace la película sería la sucesora de American Pie en el género, pero de repente llega un epílogo realmente emocionante y algo amargo que le hace subir un par de escalones en el escalafón, me recordó a finales como el de Cuenta conmigo o Todo en un día. La conclusión de la película es que tal vez el camino a la madurez no se define por las conquistas si no por las renuncias. Sorprende un final tan delicado en un película que basa su humor sobre todo en la brocha gorda, así que las almas cándidas que se abstengan.

15 enero 2008

Planet Terror

Parece que está un poco abandonado el blog así que a ver si este año, como propósito, somos más regulares con las críticas. Antes de empezar con lo que he visto más recientemente quiero acabar con el díptico de Grindhouse.



Supongo que pocos se esperarían tras ver El mariachi que Robert Rodríguez se acabaría convirtiendo en un esteta. Ya empezó a darme vértigo la soporífera Sin City que era una bonita postal en b/n pero con un guión que no tenía agujeros, si no que era una agujero con algún trozo de guión revoloteando. Ahora esa preocupación por la imagen sigue ahí aunque se disimula de serie Z, el concienzudo ensuciamiento artificial de la imagen está tan cuidadoso que por momentos clama al cielo.

Planet Terror más allá de crear una imagen icónica con su póster y alguna escena suelta resultona me parece una película molesta. El encanto de la serie Z es que por su escasez de medios y muchas veces por una desmedida ambición quedaban esperpentos realmente divertidos. El problema es que hacer eso con una cantidad importante de pasta y crear aposta un guión infame a mí me produce sonrojo.

En su parte Tarantino busca hacer un homenaje a cierto de tipo de películas y reflexiona sobre el paso del tiempo, con mayor o menor fortuna según quién vea la película. Pero Rodriguez se limita al mimetismo aparentando ironía. Es como si el Madrid o el Barça salieran a jugar con las camisetas rotas y pusieran arena encima del césped para fingir que son equipos de regional, pero todos sabemos que es una pose y que no juegan en esa liga.


En la película se desparraman litros de sangre sin orden ni concierto y se demuestra que no es lo mismo ser gracioso que creerse gracioso, la película es como ese pariente pesado que cada vez que te cruzas con él en una reunión familiar te cuenta el mismo chiste y encima lo hace mal.

Entre lo salvable estaría el pequeño Freddy Rodriguez que da el tipo como héroe de acción de oscuro pasado y que debe echarse el mundo a la espalda muy a su pesar. Bruce Willis se apunta a un bombardeo y allí está para hacer un par de chistes (que me gustaron) sobre el origen de la infección zombie. Del resto casi mejor no hablar, sobre todo de la desproporcionada duración de la película a la que supuestamente encima le falta un rollo. Como si no fuera ya bastante rollo.

17 septiembre 2007

Death Proof

Igual que Grindhouse se ha dividido en dos, Death Proof tiene dos críticas al precio de una. Las damas primero, crítica de La Cotilla:

Para hacer una película de persecución de coches setentera Tarantino elige una manera y claro, es la más lúcida: hacer que su protagonista sea un ex-especialista de películas o series de televisión interpretadas por gente como Robert Urich. Nadie sabe qué coño son esas películas, el público de sus anécdotas es demasiado joven. Él es consciente de su cruz y lo lleva con garbo. Su coche es su poder y con él se convierte en la persona que nunca pudo ser.


Tarantino sabe que nosotros sabemos que esos coches van a salir a la carretera y se van a dar de hostias. Pero nos seduce y nos hace esperar. Como en un buen baile. El especialista Mike (Kurt Russell) es un psicópata asesino y lo sabemos desde el principio. Estamos deseando verlo en acción y él también lo sabe, por eso nos mira y nos sonríe cuando se sube al coche “Ahora viene lo bueno”.

Y vaya si viene. Death Proof juega a ser en algunos momentos una película de terror pero no lo es para nada. Aunque ojo… no lo parece por casualidad. La ropa de las chicas, la seducción, la rubia de bote, los folleteos en los coches antes de la masacre. No es que estemos ante una película de terror, es que nuestras chicas representan todos esos personajes de películas de terror utilizadas durante décadas para aliviar las perversiones de directores y espectadores ávidos de sangre virgen. Y todo esto se acabó señores, y se acabó porque lo dice Quentin Tarantino. Es la venganza de las mujeres, de esas mujeres irreales creadas por plumas masculinas, de todas esas víctimas, de todos estos años. Que ya está bien.


Para contar la historia de una venganza, tiene que haber dos partes. El asesinato y el castigo. Y claro, la situación de las dos partes tiene que ser la misma. Para contar la historia de esta venganza a Tarantino se le ocurre algo genial. El asesino se encontrará casualmente con gente de su calaña. ¡Serán también especialistas de acción! Pero los tiempos han cambiado. Ellas no tienen un coche tuneado contra la muerte. Son fuertes, listas, ingeniosas y bellísimas. Esta vez no necesitarán katanas ni largas sesiones de entrenamiento. ¡Llevan cinturones de PRADA! Y con eso tienen de sobra.

Death Proof parece una película homenaje a las pelis de persecuciones de coches, pero lo que hace en realidad es mostrar las diferencias entre dos épocas del cine de una manera tan sutil y tan inteligente que la convierten en una genialidad.


Y ahora yo:

A mi abuelo lo que más le gustaba en el mundo eran las persecuciones de coches. Durante una época cierto número de películas se concentraban en conseguir la mejor persecución posible, muchas veces no importaba ni el mínimo argumento ni nada más. Había que lograr el más difícil todavía, con el mérito añadido de la ausencia de lo digital que tanto abunda hoy en día. Lo único que se pedía a estas cintas era una frenética persecución y como mucho alguna chica guapa.

Tarantino rinde tributo a este tipo de cine en Death proof y va mucho más allá de lo que parece a simple vista. La película está recibiendo muchos palos y el propio director es consciente de ello en la presentación de Especialista Mike, este viejo conductor de escenas de acción explica a las chicas de su alrededor en qué películas o series ha trabajado, sigue hablando hasta que se da cuenta de que toda esa juventud que le rodea no tiene ni la más remota idea de lo que está diciendo.


No es casual la división de la película en dos capítulos aparentemente iguales pero totalmente distintos. En la primera parte tenemos el homenaje a éstas viejas películas con el añadido del envejecimiento artificial del celuloide. En la segunda parte repetimos las historia pero con muchas variaciones. Aquí la calidad de la imagen es perfecta y Tarantino se permite reflexionar sobre el revival del cine setentero que tanto le gusta realizar.

Por un lado las protagonistas, gente del cine de hoy, se buscan un Ford Charger para jugar con ese mito de los '70. Y a eso se reduce todo, uno puede jugar a hacer una película antigua pero nada más. No es la época de Especialista Mike, las cosas ya no son así y cuando llega el enfrentamiento el cine de actual le pisa la cabeza a su pasado. Entre otras cosas porque ahora las chicas no son floreros y pegan tan fuerte como ellos.

También Tarantino nos deja algunos trozos de su personalidad, su pasión por los pies, las declaraciones de amor con cintas de casete y la justifición de alguna infidelidad en boca de las propias mujeres de la película. También se critica que esas mujeres no sean reales, cuando la realidad es que son las mujeres como a Tarantino le gustarían, son los prototipos de mujer. ¡Si hasta hay una animadora!


Pero dejando de lado esas lecturas, disfruté como un enano con las chicas guapas, el accidente y la gran persecución a la antigua usanza. Seguramente tanto como mi abuelo cuando vió Bullit y las diabluras de aquel Ford Mustang pilotado por Steve McQueen. Seamos honestos, ¿alguien recuerda algo más de Bullit?