04 mayo 2007

La maldición de la flor dorada

Parece que Zhang Yimou sigue empeñado en que la gente del mundo calibre a la perfección los colores de sus proyectores, plasmas, lcds o lo que se tercie. No encuentro otra explicación a que sus últimos estrenos parezcan demos en lugar de películas. ¡Qué fotografías! ¡Qué coreografías! ¡Qué vestuario! ¿Qué cojones me estás contando?


Parece ser que le dieron un toque por el absurdo argumento de La casa de las dagas voladoras y en esta ocasión la cosa está más trabajada. Está claro que los dramas de Shakespeare están en el horizonte, mucha intriga palaciega, mucho secreto y mucho muerto. Pero a pesar de todo la frontera entre el dramón y la comedia es muy difusa, lo que provoca que en algunos tramos uno no sabe si llorar, sentir vergüenza ajena o descojonarse de la risa.


La trama tarda en plantearse un rato largo y lo hace con un truco del almendruco un poco rancio. Por el camino nos regala la segunda pelea de la función, en ese momento la película vuelve al ritmo cansino en el que vemos chinos y más chinos recorriendo pasillos para que Gong Li se tome unas medicinas. Esta escena repetida hasta la saciedad provoca un sueño importante y ya lo recomiendan varios médicos de la Seguridad Social en casos extremos de insomnio.


El trato del color y el enfermizo lujo por el detalle tanto en vestuario como en los decorados merecen un punto a parte. Lástima que tantos colores saturados hagan que la vista se resienta y provoque que sólo los daltónicos puedan aguantar el chaparrón con entereza. El vestuario es resultón aunque da calor el ver a los protagonistas con más tela encima que un vendedor callejero de alfombras. Las que son un poco ridículas son las armaduras, los personajes parecen langostinos gigantes y sus movimientos despertarán en los nostálgicos bellos recuerdos de Godzilla o los Power Rangers.

Recomendada para los amantes de la poesía visual, sea lo que sea.

2 comentarios:

SisterBoy dijo...

Parece que se le olvidó combinar la ética y la estética como hacía en los tiempos de "La linterna roja" pelicula que sólo ví una vez y hace ya más de diez años pero que recuerdo perfectamente al contrario que Héroe que tengo ya bastante olvidada

Adán dijo...

Como dirían los taurinos últimamente se dedica a gustarse, o como diría el señor Lobo a chuparse la polla.