Michel Gondry debutó en Human Nature con un guión de Charlie Kaufman, la película es una castaña pilonga pero la misma pareja repitió con ¡Olvídate de mí! con unos resultados espectaculares. Ahora Gondry se adentra el solito, en plan Juan Palomo, con el guión y la dirección de La ciencia del sueño. El resultado es bastante chusco.
Stéphane Miroux vuelve a Paris desde México tras la muerte de su padre. Con este punto de partida Gondry teje un todo vale intolerable. No sabemos por qué o para qué vuelve el protagonista, de hecho el tema del padre se deja de lado, lo mismo que su madre y todo lo demás. Sin embargo, Stéphane está enfermo (¿esquizofrénico?) y confunde la realidad con sus sueños y se enamora de una amiga de su vecina. Pero luego cambia de opinión y decide enamorarse sin venir a cuento de Stéphanie (la vecina). A partir aquí Gondry se tira al monte y con la excusa de meter bonitas escenas oníricas y ensalzar el reciclaje del cartón se dedica a pasar el tiempo hasta que la película se acaba. Los más llamativo son las escenas que ocurren dentro de la cabeza de Stéphane y que no aportan absolutamente nada a la película pero quedan super cool.
Con la excusa de los sueños hace lo que le viene en gana para espanto del espectador y mezcla sin orden ni concierto realidad y ficción, en este momento uno sospecha que el enfermo no es Stéphane si no el propio Gondry y los que le han dado dinero para filmar semejante disparate. Si algo se puede salvar de la película es la simpatía de Gael García Bernal y la gracia de Alain Chabat. A pesar de que miles de personas la adoran, el sex appeal de Charlotte Gainsbourg es algo que no llego a entender pero será un tema de gustos.
En fin, película de temporada que pasará al olvido en cuanto aparezca la nueva marcianada de moda.