07 mayo 2007

Spider-Man 3

La ventaja que tiene no ser lector de comics es que puedes ver películas de superhéroes sin necesidad de salir desnudo del cine tras rasgarte las vestiduras. Ya he visto las airadas reacciones ante el tercer Spider-Man entre los fans del personaje, que si Venom es muy negro, que si el hombre de arena tiene mucha arena, que si el duende verde es demasiado claro. Lo normal vamos.


La película no me ha parecido ni mejor ni peor que las anteriores, de hecho curioseando por Film Affinity a las tres les he puesto la misma nota. A Raimi solo le importa Peter Parker y la película funciona mejor en esas partes y aburre algo en las escenas de acción. Básicamente pasaba así en la primera donde era mejor el principio, cosa que se repetía en la segunda que es prácticamente la misma película pero con otro malo.

Esperando el taquillazo

Hay mucho escándalo con el baile y la trasformación de PP, pero lo cierto es que me partí la caja y la sala entera conmigo. Luego la gente renegaba de haberse reído y acusaba a Raimi de blasfemo y masón. Más o menos como cuando nadie veía Crónicas Marcianas y sorprendentemente era lo más visto de la noche. También la gente odia con todas sus ganas a Kirsten Dunst pero como a mí me gusta y me encanta su sexy dentadura no tengo objeciones a pesar de que su personaje sea a ratos un poco cansino. Resulta que canta ella, cosa que me ha dejado perplejo.

No es de la 3 pero...

El guión pone los personajes a los pies de la historia y no la historia a los pies de los personajes, esto provoca que las acciones de algunos de ellos a veces no queden demasiado convincentes. Pero tampoco es como para decir que es la mayor mierda jamás proyectada que he leído por ahí, por gente que adora Piratas del Caribe 2, que tiene tela. Lo cierto es que es un buen entretenimiento, ojalá la peor película del año fuera ésta.


Los FX son, como suele pasar ultimamente, un batiburrillo. Se ven las cosas molonas que hacen los que saben y las que hacen los becarios, con el reloj en el culo, porque hay que entregar la película en plazo.

Recomendada para mayordomos con alzheimer.

04 mayo 2007

La maldición de la flor dorada

Parece que Zhang Yimou sigue empeñado en que la gente del mundo calibre a la perfección los colores de sus proyectores, plasmas, lcds o lo que se tercie. No encuentro otra explicación a que sus últimos estrenos parezcan demos en lugar de películas. ¡Qué fotografías! ¡Qué coreografías! ¡Qué vestuario! ¿Qué cojones me estás contando?


Parece ser que le dieron un toque por el absurdo argumento de La casa de las dagas voladoras y en esta ocasión la cosa está más trabajada. Está claro que los dramas de Shakespeare están en el horizonte, mucha intriga palaciega, mucho secreto y mucho muerto. Pero a pesar de todo la frontera entre el dramón y la comedia es muy difusa, lo que provoca que en algunos tramos uno no sabe si llorar, sentir vergüenza ajena o descojonarse de la risa.


La trama tarda en plantearse un rato largo y lo hace con un truco del almendruco un poco rancio. Por el camino nos regala la segunda pelea de la función, en ese momento la película vuelve al ritmo cansino en el que vemos chinos y más chinos recorriendo pasillos para que Gong Li se tome unas medicinas. Esta escena repetida hasta la saciedad provoca un sueño importante y ya lo recomiendan varios médicos de la Seguridad Social en casos extremos de insomnio.


El trato del color y el enfermizo lujo por el detalle tanto en vestuario como en los decorados merecen un punto a parte. Lástima que tantos colores saturados hagan que la vista se resienta y provoque que sólo los daltónicos puedan aguantar el chaparrón con entereza. El vestuario es resultón aunque da calor el ver a los protagonistas con más tela encima que un vendedor callejero de alfombras. Las que son un poco ridículas son las armaduras, los personajes parecen langostinos gigantes y sus movimientos despertarán en los nostálgicos bellos recuerdos de Godzilla o los Power Rangers.

Recomendada para los amantes de la poesía visual, sea lo que sea.